Miquel Navarro nace en Mislata, Valencia, lugar donde actualmente reside y trabaja. Las experiencias y juegos de niñez, así como el entorno en el que nace y crece —la naturaleza, la huerta y la arquitectura tradicional por un lado, y el mundo industrial con sus fábricas, vías o trenes, junto al descubrimiento de la gran urbe que es Valencia por otro— determinan su vida y su creación posterior.
Tras su paso por la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, y una primera etapa dedicada al dibujo y la pintura, en los inicios de los años 70 vuelca su atención en la escultura, y construye sus primeras ciudades, realizadas en barro, material telúrico y mágico que nos remite a los orígenes. Más tarde introduce los metales —zinc, hierro y aluminio fundamentalmente— como clara referencia la modernidad, a la sociedad industrial.
Las ciudades de Miquel Navarro están compuestas por un considerable número de piezas, cientos de unidades, que se extienden sobre el territorio y se apoderan de él; pieza a pieza, barrio a barrio, lo ocupan: casas, edificios, plazas, torres, fábricas, carreteras, aeropuertos automóviles, insectos, murallas…, volúmenes básicos o transformados que se agrupan, interrelacionan y conectan formando una obra unitaria. Tres de estas ciudades se presentan en esta exposición: La Ciutat (1984-1985), Ciudad roja (1994-1995) y Entre muros (2000).
Son esculturas que se extienden de forma horizontal, pero en las que destaca el elemento vertical, conjuntos de rascacielos agrupados en la parte central del conjunto, obeliscos, pirámides… que sobresalen como símbolos de poder, aunque también podrían aludir a la soledad del individuo, y que en definitiva nos remiten a una reflexión sobre la existencia.
A modo de “tótem” destaca en la muestra Placón, una gran escultura de 3,5 m de altura realizada con aluminio macizo, poderoso, firme, amenazador y al mismo tiempo protector, en esa dualidad que es propia de la obra del escultor. Los cuadernos de trabajo o cuadernos de viaje, elemento que utiliza Miquel Navarro como soporte de reflexión, y una serie de pequeñas esculturas, figuritas realizadas con barro que nos remiten a lo académico y a la arqueología, completan esta visión y se presentan como el laboratorio de creación y de experimentación que es el estudio del escultor. Miquel Navarro, un poeta que con su pensamiento, su sentimiento y sus manos, crea paisajes entre la fantasía y la realidad.
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