ANTONIO SAURA
Antonio Saura nace en Huesca en 1930.
De formación autodidacta, su inicio en la pintura tiene lugar hacia 1947, y coincide con una larga enfermedad que le obliga a una convalecencia prolongada. Durante este periodo reside entre Cuenca y Madrid.
En 1953 viaja a París, donde participa de las actividades del grupo surrealista. En este año, realiza sus primeras obras basadas en la estructura del cuerpo femenino, al tiempo que su obra evoluciona hacia el informalismo, tras quedar hondamente impresionado por el action painting. En 1955 se aleja definitivamente del Surrealismo y realiza los primeros grattages y pinturas en blanco y negro. Un nuevo modo de entender la pintura que si bien no se alejaba, en sus inicios, de la fuerza de lo irracional presente en el surrealismo, de ese deseo por reflejar el paisaje del subconsciente, sí destacaba por la incontinencia pictórica que no abandonará nunca a Saura.
Como tampoco un hondo conocimiento del vacío en la pintura, de las posibilidades de la ocupación del espacio mediante la materia pictórica, en el que la existencia de vacíos es especialmente significativa entre otras cosas por la existencia de un gesto, casi físico, del pintor, lo que otorga al lienzo vacío un carácter ritual. Sólo en pocas ocasiones, como en las Multitudes la obra se “llena” de elementos y pintura.
La Biblioteca Nacional de Madrid será la sede de una exposición antológica de su obra en 1956, es en este momento cuando realiza sus primeras Damas, utilizando casi únicamente el blanco y el negro. Tres damas están presentes en esta exposición, Rona, Vega y Tani.
La figura femenina, la diosa madre, la mujer como elemento central y único en un espacio vacío, es uno de los elementos figurativos de referencia que con mayor frecuencia encontramos en la obra de este artista. Saura, como él mismo indica en sus numerosos escritos, utiliza el cuerpo de mujer como apoyo, a modo de plantilla que le evita caer en una actividad pictórica sin control.
Sus Damas, que dan la vida y al mismo tiempo la destruyen, son terribles, deformes y monstruosas. Con sus propias palabras: “he hecho de hacer monstruos casi una fe de vida”.
Junto a estas obras aparece en esta muestra una Multitud. "He querido reflejar –escribió– el clamor de las masas humanas atraídas como a un fanal por un culto, por una protesta o un fanatismo, por una indignación o una súplica".
Las Multitudes están formadas por estructuras continuas, repetitivas, que en algún momento compara el pintor con “una danza de bacterias vivas contempladas al microscopio”.
Antonio Saura fallece en 1998.
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