AR BRUT
Genio y delirio
COLLECTION DE L'ART BRUT de LAUSANNA
COMISARIADO: Dolores Durán Úcar
FECHA: Del 20 de diciembre de 2006 al 28 de febrero de 2007
Obras artísticas inclasificables, libres de toda influencia, arte sin razón, intuitivo, realizado por personas que no se consideran artistas, que no persiguen ser famosas, ni ganar dinero, ni complacer a nadie. Un arte que opta por dejar a un lado toda racionalidad y trabajar desde lo más profundo. Unas obras que ponen de manifiesto que el arte no es patrimonio exclusivo de los artistas. Arte que surge del genio y del delirio y que ha sido calificado como Art Brut o Arte Bruto.
Este término lo acuñó en su día, allá por 1945, el artista, teórico del arte y coleccionista, Jean Dubuffet, para referirse al arte producido al margen de las corrientes dominantes y la cultura oficial. “Es únicamente en el Art Brut donde se encierran los procesos naturales y normales de la creación artística”, llegó a afirmar.
Su interés por estas creaciones, realizadas mayoritariamente por marginados sociales o enfermos mentales, ha quedado recogido en una extensa colección de más de 4.000 obras, que en su día donó a la ciudad de Lausana, donde se encuentra hoy el museo de la Collection de l’Art Brut. La exposición Genio y delirio, que acoge la Sala kubo-kutxa, presenta una selección de esta colección, la mayor y más importante del mundo, con obras de doce artistas -taxistas, sastres, obreros, enfermos mentales- sin conexión biográfica o intelectual y que nunca formaron parte de un grupo artístico específico: Aloïse Corbaz, Paul Amar, Carlo Zinelli, Curzio di Giovanni, Josef Hofer, Madge Gill, Kunizo Matsumoto, Reinhold Metz, Nek Chand, Laure Pigeon, Eugenio Santoro y Adolf Wölfi.
La única conexión entre estos artistas, como reza el título de la exposición, son el genio y el delirio, y también su carácter autodidacta. Cada uno de ellos arrastra a sus espaldas una historia tormentosa. Marginados, unos; enfermos mentales, otros. Adolf Wölfi (1864-1930) fue abandonado por su padre, vivió con distintas familias y fue detenido por actos impúdicos. La británica Madge Gill (1882-1961), aficionada al espiritismo y a la astrología, comenzó a dibujar, escribir y bordar guiada por un espíritu que ella llamaba Myrinerest (que podría ser traducido como mi paz interior), tras la muerte de varios de sus hijos. De origen austriaco, Josef Hofer (1945) nunca fue a la escuela. Vivió toda su infancia en el aislamiento de una granja propiedad de su familia. Sordomudo de nacimiento, no estableció ningún tipo de vínculo social en 40 años. Son tan sólo unas breves pinceladas de unas biografías fruto del desgarro y del desarraigo, de las que surge un arte al margen de la razón y de los convencionalismos, pero con un resultado poderoso.
Estamos, pues, ante una exposición diferente, y sin duda, singular. Arte en estado puro, en palabras de Jean Dubuffet, descubridor e impulsor del Art Brut.
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