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VIOLA

  

MANUEL VIOLA

 


 

Manuel Viola nace en 1916 en Zaragoza.


Pronto colabora en las publicaciones más progresistas sobre arte. Se adhiere a la “causa” surrealista en Cataluña desde las filas de la revista Art, publicación en cuyo primer número se proponía “destruir el mundo de la falsa realidad perversa y crear el mundo de la realidad interior de Breton, del automatismo psíquico puro”. Esta colaboración precedió al posterior compromiso con el grupo surrealista francés desde la clandestinidad en el período de ocupación nazi en París, donde el pintor se había exilado tras la guerra civil española.


Durante estos años, que sucedieron a su alistamiento en la Resistencia Francesa, el artista, y por entonces poeta, colaboró activamente con la revista La Main à plume que, coordinada por Noël Arnaud y Jean-François Chabrun, se propuso reunir a los artistas surrealistas dispersados por la guerra.


La dedicación de Viola a la pintura cristaliza en Normandía, cuando se encontraba inmerso en plena actividad bélica. Sin embargo, el embrión de dicha actividad, además de encontrarse en el artista aragonés ya desde un principio al lado del de su actividad poética, debe rastrearse en la relación no sólo con poetas sino también con artistas que en aquellos difíciles años mantenían viva la llama del debate estético en París.


Los coqueteos de Viola con el surrealismo y más tarde con la plástica tachista iban a desembocar, cuando regresara a España en 1949, en un compromiso con las primeras tentativas de renovación estética manifestadas durante aquellos primeros años cincuenta en nuestro país. Una adscripción que, si en un principio le llevó a ponerse en contacto con el grupo Pórtico de Zaragoza, más tarde le animó a secundar los planteamientos de EL PASO, formación que se vería atraída en un principio por el surrealismo del que Viola había tenido ocasión de participar en primera persona en París.


En los cuadros creados a partir de la década de los años cincuenta, Manuel Viola, inmerso en el informalismo, mostraba ya un personal dramatismo cromático, marcado por la creación de contrastes entre luces y sombras creados a través del uso del blanco o los colores cálidos sobre fondos oscuros.  La pincelada violenta y  gestual está bien distante de su inicial tanteo con la asociación lírica. Para conseguir los distintos efectos y texturas, para plasmar su rabia y coraje, utiliza espátulas, rasquetas y cualquier instrumento encontrado en los mercadillos. Sus obras Homenaje a Antonin Artaud, Sin título y Soledad son claros ejemplos de esto.


En la obra Sueño Goyesco encontramos la huella del maestro que tanto inspiró a este grupo de pintores, Francisco de Goya.


Manuel Viola fallece en El Escorial, Madrid en 1987.


 

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